Cuando una pyme necesita liquidez, las opciones parecen claras: pedir un crédito, usar un sobregiro bancario o recurrir al factoring. Pero la elección no siempre es tan sencilla: cada alternativa tiene implicancias distintas en costos, plazos y riesgos.
Crédito bancario: acceso a capital con deuda de por medio
El crédito tradicional es la vía más conocida. El banco entrega un monto determinado y la pyme se compromete a devolverlo en cuotas, con intereses.
- Ventajas: montos altos, plazos definidos, respaldo financiero formal.
- Desventajas: endeudamiento, trámites largos, garantías exigidas, historial de deuda que puede afectar futuras solicitudes.
En la práctica, el crédito puede resolver necesidades grandes, pero a un costo financiero que se arrastra por meses o años.
Sobregiro: rápido pero costoso
Otra salida común es el sobregiro de cuenta corriente. Se trata de usar más dinero del que realmente hay disponible, con un límite definido por el banco.
- Ventajas: acceso inmediato, flexibilidad para emergencias.
- Desventajas: tasas de interés muy altas, costo diario, riesgo de dependencia.
El sobregiro resuelve problemas puntuales de caja, pero mantenerlo se convierte en un gasto difícil de justificar.
Factoring: liquidez inmediata sin generar deuda
El factoring funciona distinto: la pyme anticipa sus facturas por cobrar y recibe ese dinero de inmediato, sin endeudarse.
- Ventajas: liquidez inmediata, proceso 100% online, sin afectar historial crediticio.
- Desventajas: depende de contar con facturas vigentes y clientes con buen comportamiento de pago.
En lugar de pedir prestado, el factoring permite cobrar lo que ya se facturó, eliminando la espera y evitando intereses.
Comparando las alternativas
- Crédito: útil para proyectos grandes, pero implica deuda e intereses.
- Sobregiro: rápido, aunque caro y riesgoso a largo plazo.
- Factoring: financiamiento simple y sin deuda, ideal para mantener la operación estable cuando los clientes pagan a plazo.